Historia

La historia comienza

En 2008, Jarno Saarinen estaba de vacaciones en España con su esposa e hija. Como aficionado al fútbol, ​​Saarinen quería ver los partidos de la Eurocopa 2008 por televisión, pero su hija de cuatro años, Emma, ​​quería algo de atención.

Saarinen sugirió que jugaran a la pelota entre dos sillas, con el objetivo oculto de mantener a su hija entretenida mientras él seguía viendo el partido. Sin embargo, ocurrió algo que cambiaría la vida de Saarinen.

Éxito temprano

Emma pateó el balón entre las patas de la silla de su padre y celebró el gol con entusiasmo. Volvió a ocurrir. El reto rápidamente se convirtió en evitar que el balón se escapara en direcciones indeseadas.

Saarinen estiró los bañadores detrás de las patas de las sillas y colgó toallas entre ellas para controlar mejor el balón. El juego se volvió más organizado y pronto apagaron el televisor. Había nacido el fútbol de banquillo.

Los adolescentes del balcón del apartamento vecino descubrieron el juego y crearon su propia versión con el mismo equipo. El juego se convirtió en un fenómeno local.

Momento crucial

Saarinen compartió su invento en el trabajo e incluso contactó con la Fundación Finlandesa de Invenciones. Ninguna mostró interés, descartando la idea por considerarla deficiente y sin atractivo para la industria deportiva.

A pesar de la falta de apoyo, Saarinen no se rindió y continuó desarrollando el juego en su tiempo libre.

2018 marcó un antes y un después. El primer prototipo real vio la luz y se disputó un partido crucial entre el mejor portero finlandés de todos los tiempos, Antti Niemi, y el capitán de la selección nacional de fútbol sala de Finlandia, Panu Autio. El partido desató fuertes emociones, y Saarinen tuvo una revelación: no se trataba de un simple juguete, sino de un deporte de verdad.

A la mañana siguiente, Saarinen renunció a su trabajo y fundó una empresa enfocada en el fútbol de banquillo, llamada Subsoccer.